En estos momentos del
COVID-19, puede que sintamos impotencia por lo que está ocurriendo.
O podemos vivir
disfrutando, yo salgo cada día a las 20h al balcón y me pongo a bailar, es uno
de los buenos momentos. Sé que los vecinos me miran, pero ya no me preocupo por
ser juzgada. Yo ya no me preocupo por lo que opinen los demás, sé que ellos
viven en su historia y perciben las cosas según sus creencias y hacen juicios
por lo que creen que está bien o mal.
Cada uno tiene sus
valores, por eso cuando voy a ver a mi madre, por ejemplo y me dice; haces mala
cara, llevas el pelo seco, podrías arreglarte más. No me preocupa que ella me
vea así, tengo muy claro que es su percepción. Quizá tenga razón, no lo sé, yo
me miro al espejo y veo mis ojos, el ser que hay en mi interior y si es verdad
me visto según donde voy. Si voy a trabajar, me pongo el uniforme, si voy a
pasear el perro y me ensuciare, voy con mayas, depende. Pero me vista de una
manera o de otra, siento que la luz, la energía de vida va conmigo.
Otro ejemplo, es por
ejemplo mi pareja me dice, no tienes que hacer esto, te puedes hacer daño físicamente.
Lo veo como un gesto de amor hacia mí. Aunque me hubiera hecho ilusión hacerlo.
O me cuenta historias de su trabajo, en las que desde mi perspectiva, lo veo de
otra manera, le escucho y ya está. Si me
pide mi opinión, como sé que si yo estuviera en sus circunstancias físicas y
mentales, hubiera hecho lo mismo. Le dijo, que
yo hubiera hecho lo mismo.
Alguno pensara que eso
es falso y lo correcto sería decir mi visión al respeto. Pues lo he hecho,
muchas veces y he llegado a la conclusión que no puede verlo desde esa perspectiva.
Cuando lo he hecho, siempre acaba teniendo la razón. Pongo el ejemplo de mi
pareja porque en estos momentos es mi mejor maestro. Me recuerda cada día que
yo vivo en mi “mundo” y compartimos la libertad de poder expresarnos y ver las
cosas de otro modo.
No vamos a convencernos
de cómo cada uno vive sus circunstancias, el verdadero amor es respetar que
cada uno tenga su historia, él es el protagonista de su película, yo en su película
soy la protagonista secundaria. Él en mi historia es el personaje secundario,
aunque tengamos hijos y los queremos mucho, ellos son personajes secundarios de
nuestra historia, aunque diéramos nuestras vidas por ellos. Pero mis ojos son
los que ven mi vida, no puedo ponerme ni
los ojos, ni las gafas de otro para ver de esa manera.
Por ejemplo, yo como
adulta, puedo percibir un suceso familiar de una manera, pero una niña de
pongamos cinco años, lo percibe de otra manera. Por mi experiencia puedo pensar
como lo ha percibido, pero es una suposición, no tiene por qué ser su realidad.
En el momento que soy
consciente de esto, respeto a todos como perciben su momento.
Abrazos de amor!!
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