Lo siguiente es un relato,un trozo de texto de este libro:
Sigo sin imaginarme bien cómo
funciona esa relación entre amor y egoísmo en la propia naturaleza del ser
humano. ¿Cómo puede ser que podamos ser capaces de amar y de ser egoístas al
mismo tiempo? ¿No me podrías aclarar este punto?
Sí, claro. Imagina que el ser humano es como una cebolla,
en cuyo corazón está el espíritu que desprende la luz, que es el amor. Este
centro emisor de luz se encuentra recubierto por múltiples capas, de manera que
cada una de estas capas obstruye el paso de la luz un poco, hasta que la suma
de todas las capas juntas impide casi totalmente que la luz salga al exterior.
Cada una de esas capas representa una manifestación del egoísmo que hay que ir
eliminando progresivamente, para que finalmente
la luz, el amor, brille, se exprese en toda su magnitud. A medida que vamos eliminado
capas, la luz (el amor) del interior encuentra menos obstáculos para salir al
exterior. Las capas más externas corresponden al egoísmo más primitivo y
superficial. Son las capas correspondientes a la vanidad. Las capas intermedias
corresponderían al orgullo y las más internas a la
soberbia.
Cada persona se encuentra en un punto distinto de este
proceso. La mayoría de espíritus que habitan la Tierra ha conseguido deshacerse sólo de alguna de las primeras
capas.
Otros han conseguido eliminar también algunas de las capas
intermedias y unos pocos están en el proceso de eliminación de las capas más profundas del
egoísmo.
Aunque este proceso es progresivo y hay espíritus en todos
los grados, podemos intentar clasificar los espíritus en tres grandes grupos,
según el nivel de eliminación de capas en el que están: Espíritu
amable-vanidoso, generoso-orgulloso y amoroso-soberbio.
¿Por qué los calificas con
dos adjetivos, uno positivo y otro negativo?
Porque no quiero que en la clasificación quede sólo de
manifiesto la parte egoísta del espíritu, sino también reconocer las cualidades
que puede desarrollar el espíritu en cada etapa.
El primer adjetivo expresa la cualidad representativa a la
que puede llegar el espíritu cuando se esfuerza por desarrollar el amor y la segunda
el grado de egoísmo en el que se encuentra.
El vanidoso puede ser muy amable, el orgulloso muy
generoso y el soberbio muy amoroso cuando está dispuesto a vencer su egoísmo y
a luchar por los sentimientos. Pero no hay nada de negativo en admitir la
existencia del egoísmo en cada uno de nosotros y definir la, para conocerla y
poder superarla.
Lo negativo para el espíritu sería no querer reconocer su
existencia, no admitir la realidad de que todos tenemos una parte egoísta que
debemos eliminar para poder amar
verdaderamente y ser auténtica mente felices.
El no reconocerlo conduce al estancamiento espiritual,
porque no se puede superar aquello que no se admite, al
igual que no puede desintoxicarse un alcohólico que no admite que
lo es.